Toda una vida por vivir

Vuelvo al C.M.U. Roncalli 32 años después, salvo un par de ocasiones para celebraciones, a dar una charla a las actuales colegialas.
Allí viví durante 4 años, una de las épocas más determinantes de mi vida.
Me emociono al recorrer un camino tantas veces transitado. Veo edificios nuevos, pero en general la zona no ha cambiado tanto.
El poyete de la entrada sigue igual, ahora hay una rampa, reflejo de un tiempo más consciente.
Al entrar en el salón del colegio recuerdo los fines de semana postmarchas, los Cafés Colegiales, las partidas de Trivial, las novatadas, las amigas que aún conservo…
Tengo la fortuna de que Clara Barranco me presente y me haga una de las lecturas. Es miembro del grupo de teatro del Roncalli, como yo misma lo fui en su momento. Fue en este lugar donde comencé a subirme a las tablas a los 17 años y sigo en ello. También empecé a escribir aquí.
Entro en contacto con las colegialas actuales a las que les hablo de La sombra de Goya, de mi experiencia en el colegio, de cómo inspirarse y conectar con la Creatividad que todas tenemos dentro y de la posibilidad que existe de cambiar de rumbo y dedicarte a otras cosas, si es preciso. Son curiosas y me hacen muchas preguntas. Alguna se dedica al Arte y la Escritura, como una alumna de Bellas Artes expatriada de una Ucrania en guerra, a la que le dedicaron una exposición en el colegio hace unos días y otra, que ha conseguido publicar alguno de sus relatos.
Les queda toda una vida por vivir.
Y yo siento que todas aquellas dudas e inseguridades que tenía en el colegio (la década de los 20 estuvo llena de aventuras y experimentación, pero la incertidumbre no me dejó disfrutarlo como tocaba) han remitido.
Parafraseando a Nina de la Gaviota:
“Ahora sé, ahora comprendo, Kostia, que en este quehacer nuestro—- tanto si actuamos en escena como si escribimos—- lo esencial no es la gloria, no es la notoriedad, no es lo que constituía mis sueños, sino que es el aguante. Debemos llevar nuestra cruz y confiar. Yo tengo fe y por eso no sufro tanto, por eso no le temo a la vida, pienso en mi vocación.”
Ahora tengo claro mi CAMINO. En él ha habido de todo, aprendizaje, éxitos y tropiezos, de los que no te queda otra que levantarte y volver a intentarlo y así se lo quise trasmitir a las colegialas.

Autor
matildelladoescritora@gmail.com
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